Palabras del presidente del PS en acto por 50 años del triunfo de la Unidad Popular

Palabras del presidente del PS en acto por 50 años del triunfo de la Unidad Popular


Compañeras y compañeros,

Septiembre se llama Allende. Este mes no solo evoca la gesta de la independencia patria sino el ejemplo de lucha de nuestro pueblo que, tras décadas de esfuerzo, alcanzara, encabezados por el compañero Salvador Allende Gossens “la limpia victoria” hace exactamente 5 décadas.

Conmemoramos todos los años una fecha triste, un suceso dramático de nuestra historia: el bombardeo al Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Recordamos de esta forma, el ejemplo de consecuencia del presidente Allende y de todos aquellos que sacrificaron su vida en defensa de la Democracia.

Este año hacemos algo distinto. Celebramos los 50 años del triunfo popular. La victoria electoral de la Unidad Popular fue el resultado de un proceso de luchas sucesivas iniciadas muchas décadas antes cuando los pobres de la ciudad y el campo, las trabajadoras y trabajadores, asumieron un rol protagónico en la luchas políticas y sociales para superar sus condiciones de miseria.

El Partido Socialista nace como instrumento al servicio de la causa de la superación de una sociedad estructuralmente desigual.

Salvador Allende Gossens, fundador del socialismo chileno en Valparaíso, fue una figura central de esta lucha. Activista, intelectual, militante comprometido, dirigente responsable e intérprete de los anhelos más que centenarios de las grandes mayorías postergadas de la sociedad: en síntesis, un dirigente integral.

Allende lideró a los postergados y explotados sobre la base de un concepto simple pero de honda significación transformadora: no puede considerarse como “natural” o “normal” sus condiciones de abandono y vida precaria, ni menos como un designio fatal.

De esta forma el pueblo chileno se transformó en un sujeto histórico protagonista y constructor de su propio destino.

El triunfo popular del 4 de septiembre no se construyó de la noche a la mañana. Fue el resultado de un extenso proceso histórico de acumulación de fuerza y cambio cultural que se expresó en largos años de lucha política y social, y un intenso trabajo intelectual, que tuvo entre sus figuras más destacadas a Eugenio González Rojas, autor del programa del 47.

No fue fácil promover una “revolución con sabor a empanadas y vino tinto”. Allende y la generación que lo acompañó en la gesta de proponer al país -y de paso, al mundo- una “vía chilena al socialismo”, fue un vanguardista muchas veces incomprendido por sus contemporáneos en la izquierda chilena. Pese a ello persistió, sin descanso, en la construcción del socialismo por la vía democrática.

Allende fue un adelantado, un innovador, un líder sin miedos y sin ambages, que por la vía de la razón convocó a la izquierda a transitar un nuevo camino para transformar la sociedad chilena. Democracia y socialismo son dos conceptos indisolublemente vinculados. La democracia es la expresión mínima del socialismo, el socialismo es la expresión máxima de la democracia.

Esta experiencia inédita, junto con representar un camino de esperanza para millones de trabajadoras y trabajadores, afectó los intereses de la oligarquía y el imperialismo, que no dudaron, desde antes que el triunfo de Allende fuera ratificado por el Congreso Pleno, en conspirar en su contra, como ocurrió con el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, el general constitucionalista René Schneider.

El programa de la Unidad Popular contenía reformas estructurales para generar lo que Allende denominaba “la segunda independencia patria, la independencia económica”. Junto a las 40 medidas se impulsó la profundización de la reforma agraria, la creación del área social de la economía y la nacionalización del cobre.

La Unidad Popular se organizó desde su diversidad, y fue el instrumento que sirvió de soporte para un gobierno popular que debió enfrentar extraordinarias dificultades. Allende fue un soñador mas no un ingenuo: siempre estuvo consciente de las amenazas que asechaban este proceso de profundos cambios sociales.

Salvador Allende fue un demócrata ejemplar que dio su vida como ejemplo de consecuencia con su compromiso con el pueblo de Chile, convirtiéndose en una figura universal, en un emblema de coraje y coherencia, y en una bandera que flamea sin descanso en la conciencia de las nuevas generaciones.

Quienes lo sucedieron lucharon con dignidad, lucidez política, consecuencia y compromiso democrático para enfrentar la dictadura. Fueron perseguidos, asesinados, detenidos y hechos desaparecer. Hoy rendimos nuevamente un homenaje a todos quienes por sus luchas del pasado son una lección siempre vigente para el futuro.

En democracia las transformaciones sociales profundas son posibles a través de la construcción de amplias mayorías ciudadanas comprometidas con los cambios que Chile necesita. Por ello la unidad es fundamental. Hoy, a pocas semanas de un plebiscito constituyente que representa un desafío histórico para el pueblo de Chile, las y los socialistas reiteramos nuestro compromiso con una Constitución nacida en democracia a través de una Convención Constitucional. Más aún, cuando este evento democrático ha sido el resultado de la movilización ciudadana.

El 4 de septiembre de 1970, con un improvisado sistema de audio, desde los balcones de la sede de la FECH, en Alameda con Santa Rosa, Salvador Allende, pronunció un extraordinario discurso para celebrar el triunfo en la urnas. Concluyó sus palabras diciendo: “Les pido que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Y que esta noche, cuando acaricien sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, y más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria”.

Agregó después: “lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la Unidad Popular. A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compañero Presidente”.

Tres años después, sitiado en La Moneda ante el asedio de los golpistas, no dudó un segundo en dar su vida para cumplir con el mandato del pueblo, transformándose en un ejemplo imperecedero para Chile y el mundo.

Hoy celebramos el triunfo popular y rendimos el mecerido homenaje a todos sus protagonistas, con especial recuerdo de quienes dieron su vida por la causa de la construcción de una sociedad más justa y democrática.

 

Álvaro Elizalde Soto
Presidente Partido Socialista