Por Rabindranath Quinteros, senador PS, columna de opinión en el Diario El Austral de Osorno.
El compromiso con la descentralización del país debe de ser una de las ideas que más se han repetido en la discusión pública durante los últimos 20 o 25 años. Desde el retorno de la democracia se han materializado adelantos importantes en tal sentido, pero ha sido en el Gobierno actual donde se ha expresado con mayor nitidez la voluntad de operar cambios profundos para dar a las regiones una nueva dirección, con autonomía, recursos y capacidad de decisión real en sus autoridades.
Pero más allá de todos los progresos institucionales, lo más relevante es el intenso cambio económico, social y cultural experimentado en estos años por las regiones. Nuevas actividades y nuevos actores han dado lugar a una comunidad cada vez más diversa, compleja y poderosa, consciente del rol que debe cumplir en la construcción de su propio desarrollo y decidida a conquistar mayores espacios para la autonomía y participación.
Ya no se podrá elegir en el presente año a los gobernadores regionales. La posibilidad de materializar los comicios respectivos en noviembre próximo había generado aprensiones por diversos motivos y, en los hechos, se convirtió en un obstáculo para el avance de la discusión, especialmente por la vinculación establecida entre la iniciativa en debate y la relativa a la transferencia de competencias, que actualmente es materia de análisis en una comisión mixta.
La fuerza y la autonomía de los gobernadores regionales elegidos popularmente constituirán una ventaja importante a la hora de ejercer el liderazgo político, avalado por el respaldo electoral del territorio. Ello, a su vez, hará posible llevar adelante un programa de trabajo en el que las materias propias de la región jueguen un rol protagónico.
Hasta ahora hemos visto cómo los intendentes, en su calidad de funcionarios del Ejecutivo, no necesariamente hacen propias las causas, los problemas y las particularidades de sus regiones, ni privilegian siempre contenidos e ideas relacionados con el desarrollo de sus territorios y el bienestar de sus habitantes. En más de un caso tampoco han logrado establecer una sintonía entre el gobierno al que representan y la realidad regional.
Confío en que el Congreso será capaz de demostrar que la descentralización es más que una bonita idea para engalanar discursos y que existe un compromiso real para dotar a las regiones de la autonomía que merecen, de los recursos que necesitan y del espacio de desarrollo que sus comunidades demandan.