Discurso de Álvaro Elizalde en el aniversario del Partido Socialista


 

Compañeras y compañeros,

 

Saludo afectuosamente a todos los representantes de partidos amigos de la nueva mayoría que esta noche nos acompañan, compañeros de ruta con los que hemos trabajado mucho tiempo, y con los seguiremos trabajando unidos por el bien de las chilenas y chilenos.

 

Celebramos hoy un nuevo aniversario de nuestro partido, que fuera fundado hace 84 años en una casona de calle Serrano número 150, a pocas cuadras de este teatro.

 

Desde entonces el partido socialista ha sido un actor protagónico en las luchas sociales y políticas para enfrentar toda forma de injusticia y profundizar nuestra democracia, alcanzando conquistas fundamentales para mejorar la vida de nuestros compatriotas.

 

Aprovecho de realizar un especial reconocimiento a mi antecesora, la compañera Isabel Allende, primera mujer presidenta del partido que lideró a nuestra organización en el marco de las recientes elecciones municipales y de un ejemplar proceso de refichaje.

 

Sin tener que recurrir a campañas especiales y sin mayores dificultades, fuimos el primer partido en cumplir con los requisitos legales para mantener su reconocimiento a nivel nacional.

 

Este exitoso proceso es la expresión de un partido vivo, con miles de militantes, como versa nuestra marsellesa, “puros y sinceros”, comprometidos con la promoción desinteresada de nuestros valores y principios.

 

Somos el partido de Schnake, Grove, Ampuero, Eugenio González, Rodríguez, Almeyda y del más grande los nuestros, Salvador Allende, el compañero presidente.

 

Somos herederos de muchas compañeras y compañeros que en tiempos tristes de nuestra historia, estuvieron dispuestos a dar incluso la vida en la defensa de nuestros ideales: Ponce, Lagos Salinas, Lorca, Carolina Wiff, Michelle Peña, Letelier y tantos otros.

 

En nuestra historia hay coraje, entrega y sacrificio, pero sobre todo hay lucha inclaudicable.

 

Nuestra historia política institucional es también luminosa, con tres presidentes de la República: Salvador Allende Gossens, Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet Jeria.

 

Pero por sobre todo somos presente y futuro. Un partido al servicio de los trabajadores, de los jóvenes y los adultos mayores, de las mujeres, de los pueblos indígenas, de la diversidad sexual, y de todos aquellos que son víctimas de discriminaciones y de desigualdades.

 

Un partido resueltamente comprometido con el cambio social y con la profundización de la democracia.

 

Vivimos tiempos políticos y sociales complejos. Asistimos a una crisis de representación: mientras las personas, los ciudadanos caminan en una dirección buscando respuestas, los partidos parecen caminar en otro sentido.

 

Por eso no es de extrañar este desencuentro entre la política y los ciudadanos.

 

Los chilenos necesitan que nos hagamos cargo de sus temores con propuestas certeras e iniciativas que den respuesta a sus necesidades.

 

El temor a perder el trabajo, a enfermarse y no recibir atención oportuna de salud, a ser asaltado al llegar a su hogar, a trabajar toda la vida y al momento de pensionarse, empobrecerse radicalmente.

 

De esta crisis profunda de la política es que los socialistas debemos hacernos cargo. Un partido para la sociedad y no un partido que gira y gira en torno a sí mismo. Porque cuando hay crisis de representación e impera el miedo y no la esperanza, el cambio social se hace más difícil.

 

Además ha habido malas prácticas que han afectado severamente el prestigio de la política. Esas malas prácticas y el abuso de los privilegios del poder deben terminar.

 

Para ello es necesario construir un clara línea divisoria entre el dinero y la política. Porque en una democracia con mayúsculas debemos relevar la fuerza de las ideas, de manera de garantizar que siempre prime la voz de los ciudadanos por sobre la influencia del dinero.

 

Porque en las sociedades modernas, cuando la democracia se debilita, es el mercado el que resuelve las diferencias. Por tanto, el trabajo de la derecha es más fácil: que nadie cambie para que todo siga igual. Por el contrario, nuestra tarea es más difícil: promover cambios profundos para construir un mejor país. Y para ello, la política, la buena política, la política que se funda en convicciones es imprescindible

 

Hoy más que antes, vivimos un tiempo en que podemos avanzar más lejos hacia un horizonte de justicia social o bien retroceder a las respuestas neoliberales que la derecha ofrece a Chile: la receta del egoísmo y del sálvese quien pueda.

 

Este año los chilenos estamos nuevamente convocados a las urnas. Debemos una vez más definir el futuro de nuestra patria.

 

Los sectores conservadores quieren poner marcha atrás a los cambios que hemos impulsado para construir un país con menos desigualdades y más justicia social.

 

Por ello es necesario recordar que no da lo mismo quien gobierna.

 

Gracias a nuestra participación en los Gobiernos democráticos importantes avances se han hecho realidad. De haber gobernado la derecha, eso simplemente no habría sido posible.

 

¿Acaso alguien cree que se habría eliminado la institución de los senadores designados o la inamovilidad de los comandantes en jefe, restituyendo la supremacía del poder civil democrático, o se habría reemplazado el sistema binominal por un sistema electoral proporcional e inclusivo, en un gobierno con partidos herederos de la dictadura?

 

¿Acaso habría sido posible poner fin a la distinción entre hijos legítimos y naturales, o aprobar la ley de divorcio y el pacto de unión civil, en un gobierno con participación de la UDI?

 

¿O la aprobación de los tratados internacionales sobre derechos humanos, o los convenios sobre pueblos indígenas?

 

¿O el AUGE, el pilar solidario del sistema previsional, o la gratuidad en educación?.

 

Son muchos los ejemplos que podemos citar. La historia nos avala.

 

Y ¿acaso alguien cree que si Piñera volviera a La Moneda se la jugaría por una nueva Constitución o por una real reforma del sistema de pensiones?

 

Lo que es bueno para las fuerzas que aspiran a una restauración conservadora y mercantilista no es bueno para Chile.

 

Son muchas las diferencias entre un gobierno conservador y un gobierno de progreso.

 

Diferencias en estilos de conducción, en políticas públicas, en los valores que perseguimos.

 

Pero compañeros y compañeras, si Piñera tercerizó hasta el Censo y no le resultó -el mejor censo de la historia terminó siendo el peor-, mientras que nosotros anteayer dimos un ejemplo de compromiso cívico en una fiesta republicana.

 

Por ello es imprescindible seguir avanzando. Y para ello es necesario fortalecer la unidad de las fuerzas progresistas.

 

La más importante lección de nuestra historia es la necesidad de construir amplias mayorías para promover cambios en democracia. Por ello el Partido Socialista se la ha jugado por entero en las últimas décadas por el entendimiento estratégico de la izquierda con el centro.

 

Nuestra política de alianzas es la expresión de nuestra profunda convicción que a Chile le va mejor cuando los demócratas, los progresistas, trabajamos juntos.

 

Sobre la base de nuestros acuerdos el país ha avanzado. Por el contrario, nuestros desencuentros han tenido un alto costo para nuestro pueblo.

 

En la Nueva Mayoría no sobra nadie. Por ello reiteramos nuestro compromiso con una candidatura presidencial única que emerja de una primaria ciudadana, una lista parlamentaria unitaria, y un programa compartido de gobierno que promueva los cambios y transformaciones que la sociedad chilena demanda.

 

Nadie puede poner en duda nuestra vocación unitaria, de la que hemos dado muestras durante mucho tiempo.

 

No debemos jamás olvidar que el verdadero adversario no está al lado sino al frente. Nuestro adversario es: la desigualdad, los abusos y las limitaciones de nuestra democracia.

 

Por ello fortaleceremos la construcción participativa de un programa de Gobierno que impulse en el próximo mandato presidencial transformaciones pendientes, en áreas tan importantes para los chilenos como el sistema de pensiones y el sistema de salud, sólo por citar algunos ejemplos, y seguiremos bregando por una nueva Constitución nacida en democracia, y por un nuevo modelo de desarrollo en que los frutos del progreso lleguen a todas y todos.

 

La derecha propone políticas basadas en el miedo y el egoísmo. Nosotros proponemos políticas basadas en la esperanza y el sentido de comunidad.

 

Tenemos el imperativo ético, el imperativo histórico, de seguir avanzando en una senda de cambios. El dilema es muy claro en esta elección: avanzar o retroceder.

 

Se trata de seguir avanzando hacia un país más justo, o de retroceder hacia un país desigual. Se trata de avanzar a la solidaridad, o de retroceder al individualismo.

 

Por eso, hoy proclamamos públicamente como nuestro candidato presidencial al senador Alejandro Guillier. Senador Guillier, sepa que cuenta con el apoyo leal del pueblo socialista.

 

Aquí estamos los socialistas, que hoy repletan este teatro, para decirle al país que jamás bajaremos los brazos y, esta vez de la mano de un amigo, porque eso es lo que es Alejandro Guillier, un amigo del pueblo socialista, trabajaremos incansablemente por su triunfo en las primarias de julio y luego en las elecciones generales de noviembre.

 

Para que de esta forma Chile avance en la construcción de una patria más justa, libre y democrática, como aquella en que creyeron nuestros fundadores y por la que dieran su vida nuestros mártires.

 

Muchas gracias.